lunes, 1 de julio de 2013

Tramposos...

Tramposos…

 Hablando de deudas, tengo entendido que existen dos clases de deudores:

1.- Los que no pagan porque no quieren.
2.- Los que no pagan porque no pueden.

   ¿La diferencia?

 La capacidad y la voluntad de pago. Los primeros tienen como pagar pero carecen de voluntad para hacerlo. Los segundos tienen la voluntad pero carecen de capacidad para hacerlo.

   ¿Lo común?

 Ninguno paga y en mi país, a quienes no pagan les llaman “tramposos”

   ¿Una vez más hablando de deudas?

   Lo que sucede es que la humanidad está en deuda con Dios, y son unos tramposos porque no pueden, ni quieren arreglar las cuentas con su creador.

   Gracias al Señor que algunos como yo hemos tenido la oportunidad de estar a cuentas con Dios a través de Jesucristo, quien es la única alternativa porque fue el único que pudo pagar la cuenta y lo que es mejor, la pagó por nosotros y hoy, tan solo debemos aceptar su regalo y quedar libres de ser “tramposos”.

    Insisto: ¿Una vez más hablando de deudas?

   Resulta que en la publicación “Despistado” comenzamos hablando de los “sin pisto”. Alguien me reclamó semejante “traición”  pues sus expectativas no fueron satisfechas ya que esperaba que diera la fórmula para tener dinero.
   En dicha publicación, al explicar el título decíamos que hablaríamos de los “sin pisto” y terminamos hablando de cuentas por pagar, de deudas. O sea que no cumplimos con el tema, no lo concluimos y quedé endeudado con ustedes aunque.en ese momento nadie me lo dijo. ¿Será que no se fijaron? En la publicación  “El Metomentodo”, justifiqué las razones pero adquirí una deuda más con ustedes: Aclarar el asunto (para mejor comprensión, leer de nuevo las publicaciones referidas)

  Pues bien, tengo esa deuda con ustedes y hoy pienso cancelarla. De todas maneras, insisto, si quede debiendo fue intencional, para entregárselos en dos partes y que se aburran menos por tanto leer, no por tramposo ¿ok? Por favor háganme saber lo que piensan, de qué tema les gustaría que escriba, cuál entrada es más interesante, qué no les gustó, en qué me equivoqué, etc. Yo también espero aprender de ustedes. Les aseguro que me ayudarán mucho.

   Así que hablemos de los “despistados” o sea de los “sin pisto”

   No, no se alegren tanto. Yo no estoy ofreciendo regalar “pisto” a los “despistados” y a pesar de que no les estoy ofreciendo lo que a juicio de ustedes necesitan, porque no les estoy dando lo que “piden” o sea, pisto (los  despistados lo que piden es pisto), lo que les ofrezco es mejor. Les ofrezco a Jesucristo, mi Señor. Él quiere entrar en sus corazones también. Él quiere salvarlos así como me salvó a mí.

   ¿No me creen? Observen la siguiente historia:

Un hombre viene arrastrándose por el desierto, casi muerto pidiendo con sus últimas fuerzas:

-Aguaaa... aguaa... agua... agua...


De pronto aparece una tienda en medio del desierto, el hombre se arrastra como puede y le dice al joven que está en la tienda:


-Aguuaaa... deme aaguaa, me mueeero... aaaguaaa...


El joven de la tienda le dice:


-Amigo, agua no tengo, pero yo vendo corbatas... mire, mire... tengo de todos colores, de disney, rayadas, de los Looney Tunes, del Pato Lucas...


El hombre lo interrumpe:


-Es que, lo que yo le estoy pidiendo no es corbatas sino que ¡agua!

El joven vuelve a decirle:

-Aproveche, amigo, que usted es el primero y único cliente para comprar a precio de “me lo llevo” Le estoy ofreciendo las mejores corbatas y baratísimas. Son una “ganga” o como dicen hoy en El Salvador los vendedores: ¡Cachada, cachada!

El hombre indignado refunfuña:

-¡Queee obstinación contigooo, quiero  aaaguaaa!...


El vendedor le insiste:


-Ya le dije que no tengo agua, pero mire las corbatas, baratísimas, acepto tarjeta de crédito y cheques.

El hombre casi muerto le repite gritando:


-¡Aaaguaaaa!


El vendedor, resignado y triste, le dice:


-Bueno mire, como a 8 kilómetros hay un restaurante, allí de seguro tienen agua... pero, compadre, cómpreme una corbata... mire, mire…


El hombre no quiso escucharlo más y se arrastró durante todo un día... Hasta que por fin divisa un restaurante en medio del desierto. Llega ya con sus últimas fuerzas y le dice al portero:


-Agguaaa... me muero... aaaaguaaaa.


Y el portero le dice:


-Amigo, adentro le darían el agua, pero…, es que…  no puede entrar sin corbata.


   ¿Entienden la historia?

   Lastimosamente cuando no tenemos dinero, lo primero que buscamos es eso: dinero. Muchas personas llegan a las Iglesias pidiendo lo que les falta pero no lo que necesitan. Y si no es dinero piden consuelo, salud, posición social, marido o piden mujer, etc., etc. Y solo encuentran a un pastor que lo único que hace, porque es lo que debe hacer, es ofrecer el sacrificio de Cristo para perdón de pecados. Esa es la realidad porque  nosotros, los pastores, (por lo menos los un poco sinceros y honestos) no ofrecemos dinero, así que si eso esperaban en este escrito, se equivocaron. Tan solo somos siervos de Dios que ofrecemos lo que tenemos y, ¿qué tenemos?  Tenemos Un Dios poderoso, un sacrificio, el de Jesucristo, que nos redime y un Espíritu Santo que nos suple todo…

 Simplemente actuamos como Pedro y Juan:

La Biblia Dice:
Hechos 3:1-6  Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena,  la de la oración.
  Y era traído un hombre cojo de nacimiento,  a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa,  para que pidiese limosna de los que entraban en el templo.
 Este,  cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo,  les rogaba que le diesen limosna.
Pedro,  con Juan,  fijando en él los ojos,  le dijo: Míranos.
 Entonces él les estuvo atento,  esperando recibir de ellos algo.
  Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro,  pero lo que tengo te doy;  en el nombre de Jesucristo de Nazaret,  levántate y anda.

   Al estar sano, este hombre no tendría que pedir limosna más. Podría trabajar y ganar su sustento. No le dieron  lo que pedía, le dieron lo que necesitaba. Si le hubieran dado limosna, este hombre hubiera medio solucionado  su problema.  Un Presidente de los Estados Unidos de América lo dijo de la siguiente manera: “A un hombre dale un pescado y comerá un día pero, enséñale a pescar y comerá toda la vida”

  Y entonces,  ¿DESPISTADO? ¿SIN PISTO? ¿SIN DINERO?

 ¿Recuerdas la historia?

   Cambia la palabra dinero y pon en su lugar la palabra que nombra lo que no tienes, para que me entiendas mejor.

   Yo no puedo darte “el agua” que tu pides, yo te ofrezco lo que puedo darte: “la corbata” para que puedas entrar al lugar donde está el agua y no solo eso sino que hay de todo lo que tú necesitas.

   Muchas veces a nosotros los pastores nos tratan como al vendedor de la historia: ¡Y este, qué no tiene nada que hacer. No habla de otra cosa. Ya aburre!

   Y nosotros seguimos actuando como el referido vendedor: Insistiendo con obstinación que reciban a Jesucristo  en sus corazones como su Salvador.
   El vendedor sabía que la única forma de entrar al restaurante era teniendo corbata. Nosotros sabemos que la única manera de entrar al Reino de los cielos es a través de Jesucristo.

   La Biblia Dice:
Juan 14:6  Jesús le dijo: Yo soy el camino,  y la verdad,  y la vida;  nadie viene al Padre,  sino por mí.
1Timoteo 2:5  Porque hay un solo Dios,  y un solo mediador entre Dios y los hombres,  Jesucristo hombre,

   Hoy, yo no puedo suplir lo que necesitas  pero te ofrezco la clave para que lo tengas todo…

   ¿Despistado?

   Observa y ponle atención a lo siguiente:

   La Biblia Dice:
Mateo 6:33  Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia,  y todas estas cosas os serán añadidas.
Filipenses 4:19  Mi Dios,  pues,  suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.

   Lo dice La Biblia. Es una promesa.

   Un soldado anónimo escribió lo siguiente hace casi un siglo:

Pedí a Dios que me hiciera fuerte para sobresalir... me hizo débil para que
aprendiera a obedecer humildemente.
Pedí ayuda para hacer obras más grandes... se me dieron dolencias para hacer
obras mejores.
Pedí riquezas para obtener la felicidad... se me dio pobreza para que fuera
prudente.
Pedí de todo para poder gozar de la vida... se me concedió la vida para que
gozara de todo.
No recibí nada de lo que pedí... pero sí todo lo que podía esperar.
A despecho de mí mismo, fueron oídas mis oraciones. Soy entre todos el
hombre más bienaventurado.
   Una vez más, ¿despistado?   Allí tienes la solución: Jesucristo


   Obtenlo todo, recibiendo a Jesucristo en tu corazón hoy.

   ¿Quieres hacerlo? Tan solo dile a Jesús: 


 " Señor Jesús, yo te recibo hoy como mi único y suficiente salvador personal. Creo que eres Dios, que moriste en la cruz por mis pecados y que resucitaste al tercer día. Me arrepiento, soy pecador. Perdóname Señor. Gracias doy al Padre por enviar a su hijo a morir en mi lugar. Gracias Señor Jesús por salvar mi alma hoy. En Cristo Jesús he orado. Amén.

   
   Bienvenido a la familia de Dios.




   Ten en cuenta lo siguiente: 




   “Yo, sólo espero poder ser bendición en tu vida pero Cristo, espera que le demos la Honra y Gloria siempre a Él. Recuerda que, sin Él, no somos nada.”




   Espero tus comentarios, aunque no te conozca... Pero, si te has decidido por Cristo: ¡NOS VEMOS EN EL CIELO!

   ¡Bendiciones!

   “A ti sea la Honra y Gloria, Señor Jesús"

un servidor: arnulfo deras 

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